• 05 de Julio, 2019

La Biblia cambió mi vida

Después de aceptar a Jesús como mi único Salvador, empezó a crecer en mí la necesidad de profundizar mi relación con Él. Quería compartir la alegría de mi encuentro con el mundo, anhelaba que Su fraterna palabra alcanzara a los que no conocían su amor.

He leído la Biblia varias veces, y cada vez que la leo, me sigue enseñando. Entiendo que no es un texto que hable sobre una gran historia como lo hacen otros libros, sino que la verdad por la cual considero que este libro es increíble, y con el cual quiero sentirme identificado día a día, es por la calidad del corazón con el que fue escrito.

¡Este libro tiene vida! Yo era un hombre común y corriente, con debilidades y defectos que necesitaba controlar. Era como tú. No sé si alguna vez te has preguntado si Dios realmente existe. Pues yo sí. Fueron innumerables las veces que observaba el mundo y me decía: “¿Dios realmente tiene poder para crear todo el universo? ¿Será Él una realidad?”.

Estas interrogantes fueron respondidas cuando pase por una serie de pruebas, dudas, temores y tentaciones. Como todo ser humano cuando está en esas luchas existenciales que suele recurrir a una fuerza mayor, yo lo hice. Me cobijé bajo el consejo de un amigo cristiano. Aún recuerdo sus palabras: “El día que te sientas sin salida, busca a Dios. Él te ayudará”.

Sabía, por medio de la Biblia, que Dios no acepta un corazón orgulloso. Me humillé en mi cuarto. Reconocí que yo no era ninguna clase de “superhombre”, mas lo que sí reconocí es que soy un hombre que tuvo la resolución de inclinar su corazón a la palabra de Dios por las cosas que verdaderamente son importantes: su perdón.

Entendí que, aunque no contaba con adicciones y malos hábitos, tenía un orgullo difícil de tratar, mi ego era mi mayor debilidad y necesitaba cambiar. Dios lo hizo. Aunque me costó hacerlo, hoy puedo decir que vale la pena seguir a Jesús y humillarte.

No nos conformemos con las cosas superficiales que este mundo nos ofrece. Solo a través de la lectura de la palabra de Dios somos enriquecidos en todas las áreas de la vida, porque Él es quien lo llena todo en todo. Imitemos a Cristo, nuestro Señor y Salvador, en todas las áreas de nuestra vida. Esto es obediencia. Esto es amar a Dios.

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