• 19 de Julio, 2019

JESÚS, EL ÚNICO SALVADOR

El Señor Jesús se acerca a ti y te habla como le habló a la mujer samaritana, con una voz dulce y amorosa, y te dice que Él quiere darte paz, gozo y te quiere libertar, porque solo en el nombre de Jesús hay salvación.

No creas que para Dios no eres importante, Dios no hace acepción de personas. Donde hay un corazón sediento de la verdad, sincero, que quiere adorarle de la manera correcta, ahí va a estar el Señor manifestándose.

Donde hay un corazón sufriente, donde hay una persona padeciendo, allí el Señor está, porque Él quiere salvar, Él quiere libertar, Él quiere bendecir, Él no está a un extremo del Universo, ocupado en otras cosas, ajeno a los problemas, al sufrimiento humano en la tierra, porque el Señor ama a la raza humana. Como dice Su palabra en Juan 3,16:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Por eso no te sientas insignificante, no creas que a Dios no le interesan tus problemas, Él quiere solucionar tus problemas, tus necesidades, tu tristeza”.

Dios, por su amor y su misericordia, ha determinado acercarse, hablarte, y ha decidido que lo conozcas, llenar tu vida de Su presencia santificadora.

Si nosotros conocemos hoy a Cristo, no fue porque nosotros lo quisimos, sino porque Él nos encontró. Tuvo misericordia de nuestro mal proceder, de nuestra condición pecaminosa y se reveló a nuestra vida, y Él nos dijo: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas”.

Necesitamos esa Agua Viva que solo Jesús puede dar, esa agua que salta para vida eterna. Cristo es la fuente inagotable de vida que sacia el alma. Dios habla al mundo entero de muchas maneras, porque el Señor sabe cuál es la necesidad, cuál es el problema, y tiene el poder para hacer lo imposible. Jesús es Dios, Él es el Creador del Universo, es el Todopoderoso.

Hay que guardar la palabra de Dios para que su presencia esté con nosotros, y así ser benditos todos los días de nuestra vida. Al oír la palabra de Dios que es viva y eficaz, y si te arrepientes de todos tus pecados, Cristo entra en tu corazón y recibes el regalo del Dios de Israel: la vida eterna.

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