“Hijo mío, no te olvides de mí ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres. Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3-6).

La palabra de Dios actúa como una medicina contra el orgullo, el chisme, la rebelión, etc. Si uno lee la santa palabra con constancia, vamos a darnos cuenta tempranamente en qué estamos mal. Con la oración a Dios se va a poder obtener fortaleza y eso impedirá que crezcan raíces malas.

La ley del Señor es perfecta, porque no es como las leyes humanas que se pueden quebrantar, sino que su ley se cumple con justicia. Uno solo hay que es legislador y juez. Ese es Jehová. La conciencia es un reflejo del sentido divino de la justicia y una especie de ley interna que le facilita discernir el bien del mal.

Guardar los mandamientos de Dios es lo único que nos va a proporcionar la defensa para que ningún pecado destruya nuestras vidas. El vivir la palabra es lo que va a hacer que tengamos vida espiritual para tener largura de días y la verdadera paz del Señor. En cambio, no hay paz para el impío. Todo lo que nos dice Dios es verdadero por eso no debemos caer en la auto justificación y pensar que estamos andando bien delante de Él.

Es común entre las personas pensar que si ellos hacen cosas buenas no están mal y que pueden vivir lejos del Creador cuando es todo lo contrario, sin Dios nada podemos hacer, porque necesitamos limpiarnos de todo pecado que podamos tener, solo Él sabe que es lo que está mal, porque es un ser Todopoderoso. Sin su guía estamos perdidos y yendo a ciegas. Dios quiere bendecir tu vida y darte la verdadera paz.