En Hebreos 12:1-2, se nos dice: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.

La palabra del Señor enseña que tenemos que poner nuestra confianza en Jesús, nadie tiene que ocupar ese lugar, porque si ponemos nuestra confianza en otras personas, nos pueden fallar, en cambio Jesucristo nunca nos va a fallar, porque Él es fiel; por eso hay que poner nuestros ojos en Jesús.

En el andar cristiano, tenemos que conducirnos bien, porque como dice en este texto bíblico, tenemos una nube de testigos que nos están observando y escuchan. Algunos son cristianos solo en la iglesia, y en sus casas son otras personas, llegando a tener una mala conducta que no va acorde para un seguidor de Jesús. Hay que ser santos por dentro y por fuera, tener un buen testimonio en el centro de trabajo o en el centro de estudios.

Tenemos que vivir como Jesús, sentir como Él, ver como Él. Para aquel que no ora, va a ser difícil, pero para aquel que ora y se pone en manos de Dios, será para crecimiento en su vida espiritual. Si no hacemos esto, nos convertimos en carnales, chismosos, problemáticos, porque no hay una conexión con Dios. Unido a Él damos buenos frutos, por eso, el mejor mensaje es la conducta del cristiano.

Por ello, “despojémonos de todo el pecado que nos asedia”; para que podamos entrar en la carrera de la fe. Hay que apartarnos del pecado, para que podamos llegar a la meta. El cristiano no retrocede. Vamos de camino con la ayuda de Cristo, en la perseverancia está la victoria, como dice la palabra de Dios: “El que perseverare hasta el fin será salvo”.

¡Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, seamos valientes, solo falta un poco más, sigamos adelante!